Redacción El Monitor
Fallece Yuriko de Mikasa, la princesa centenaria de Japón y decana de la familia imperial
La Casa Imperial ha informado del fallecimiento de la tía abuela del emperador Naruhito a los 101 años, que llevaba desde marzo hospitalizada a causa de un infarto cerebral y una neumonía.
Yuriko de Mikasa ha sido la más longeva de todos los miembros de la familia imperial japonesa. Cumplió 101 años en junio, un evento que no pudo celebrar dado que llevaba hospitalizada desde el mes de marzo, cuando sufrió una neumonía y un ataque cerebrovascular que la dejó incapacitada y en estado crítico durante meses. Hoy, la Casa Imperial de Japón ha informado de su fallecimiento, tras una semana en la que su salud había empeorado hasta el punto de alterar las agendas de los otros miembros de la familia imperial hace temer lo peor. Su nieta, Akiko, volvió del viaje oficial que estaba realizando Europa, para estar a su lado en sus últimos días. Y otra de sus parientes, su nuera Hisako, madre de las exprincesas Ayako y Noriko, que renunciaron a la realeza por amor, también canceló una visita oficial a Nara y Kyoto para despedir a Yuriko.
Yuriko de Mikasa nació noble, descendiente de una estirpe de samuráis que llevaban generaciones ligados al poder y a la realeza. En 1923, cuando todavía era emperador Yoshihito, el sucesor del revolucionario emperador Meiji, modernizador de Japón. Y como tal se educó: paso por la Gakushuin, la institución que forma desde hace casi tres siglos a los miembros destacados de la aristocracia y la realeza japonesa.
Por la que también pasó su futuro marido y buena parte de su familia política: el príncipe Takahito de Mikasa y sus otros tres hermanos, el mayor de ellos Akihito, emperador de Japón durante la Segunda Guerra Mundial. Takahito no sólo era príncipe, sino también oficial de caballería en el peor escenario, China, donde fue destinado en 1937. Allí, conoció de primera mano las atrocidades del Ejercito Japonés –incluyendo el uso de armas biológicas, algo que denunció en vida, incluso a su hermano el emperador–, denuncia que mantuvo el resto de su vida.
Takahito, que se retiró del Ejército y se convirtió en profesor de Filología, fue uno de los mayores críticos del papel de Japón en el conflicto, incluso cuando empezaban a surgir las primeras voces revisionistas en los sucesivos Gobiernos. Lo fue hasta su muerte, en 2016, cumplidos ya los 100 años –todavía seguía participando junto a su mujer en actos públicos para entonces– y convertido en el decano de la familia imperial japonesa, un papel que heredó su viuda.
Takahito y Yuriko tuvieron cinco hijos, tres hijos y dos hijas que se convirtieron en pioneras de una de las plagas de la familia imperial: perder la condición de princesas al casarse con plebeyos: Yasuko, la mayor, se casó en 1966 con el que fuera presidente de la Cruz Roja de Japón (una institución en la que siempre ha mantenido un papel muy activo la princesa Yuriko); y Masako, la penúltima, con el heredero de una de las más prestigiosas escuelas de la ceremonia del té.
Son también las únicas supervivientes de la familia: ninguno de los tres hijos sobrevivió a sus padres. Sólo dos de ellos tuvieron descendencia, dándole a Yuriko cinco nietas, de las que dos han abandonado ya la familia imperial por sus matrimonios.
Sólo se mantienen en la familia real Tsuguko de Takamado, y sus primas Akiko y Yoko de Mikasa. Las tres muy activas y respetadas miembros de la familia imperial. Las tres solteras. Las tres sin descendencia. Del resto de la familia, nadie tiene derechos dinásticos ni puede heredar los títulos de Mikasa o Takamado.
En vida de su marido, Yuriko fue muy activa como miembro de la realeza: viajera internacional condecorada por varios países y patrona de una larga serie de instituciones. Fue, junto a Takahito, la representante de la realeza japonesa en la coronación de Beatriz de Holanda, madre del rey Guillermo y que sí pudo casarse por amor, aunque tuviese que hacer huelga de hambre para ello. Una lista de deberes que empezó a abandonar hace 15 años, cuando su salud y movilidad empezaron a hacer mella en su agenda, y que terminó apartándola de la vida pública casi completamente tras enviudar.
Estuvo ausente, por ejemplo, de la ceremonia de entronización de Naruhito, a la que sí pudieron acudir sus nueras Hisako y Nobuko y sus nietas. Tras su muerte, la Casa Imperial ha decretado
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